Todos somos extensiones del campo
universal de energía, distintos puntos de vista de una única entidad. Esto
implica ver todas las cosas del mundo, a todas las personas del mundo, y darnos
cuenta de que estamos mirando otra versión de nosotros mismos. Si tú y yo somos lo
mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a
vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las
relaciones. Todo lo que veo a mí alrededor es una expresión de mí mismo.

Las relaciones son una
herramienta para la evolución espiritual cuya meta última es la unidad en la
conciencia. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal,
pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa
conexión en nuestra vida cotidiana. Piensa en la red de relaciones
que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones
amorosas. A través del espejo de las
relaciones, tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos
rechazo, son espejos de nosotros.

Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien,
puedes estar seguro de que tú y esa persona tienen características en común,
características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te
molestarían. Cuando reconocemos que podemos
vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para la evolución
de nuestra conciencia. Y será
mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión,
descubrir la conciencia de la unidad. Éste es el poder del espejo de las
relaciones.